domingo, agosto 20, 2006

Lavanda & Spiderman


los viernes por la tarde de principios de los ochenta en televisión española
ofrecían programas infantiles, como el resto de las tardes de la semana que eran de credo totalmente infantil con respecto a lo televisivo. Es curioso, eso ocurría con dos canales y ahora que tenemos más de cuarenta opciones, las tardes televisivas han perdido su condición infantil. Pero los viernes eran especiales, supongo que la idea de dos días seguidos sin tener que madrugar me condicionaba la percepción. Recuerdo que los viernes daban tres series: Con ocho basta, Las aventuras de Guillermo el travieso (estas eran en formato serie, no dibujos animados) y Spiderman. Spiderman me emocionaba. Cuando evoco esas tardes, incluso asocio el olor a cloro que despedía toda mi anatomía puesto que durante un año tuvimos el viernes por la tarde natación y gimnasia, actividades que se realizaban en unas instalaciones municipales de la ciudad y que, al estar a relativa distancia de mi colegio, obligaban a utilizar el autocar.

Supongo que eran demasiadas emociones juntas para la tarde de los viernes para una niña de cinco años, hiperactiva mentalmente, la mayor de tres hermanos: autocar, piscina, autocar, con ocho basta, gullermo y spiderman, un dos trés y fin de semana... Tocata y fuga.

como no... el agua de colonia. Era muy pequeña cuando ya empezaba a ponerme colonia a todas horas; decir que lo hacía escondidas es una tontería puesto que el olor me delataba. Que mi madre escondiese el bote de colonia... Hay que ver como han evolucionado estos recipientes! Antes eran cilíndricos, mas bajos y anchos, con unos tapones de la misma forma pero de distinto tamaño. Poco ergonómicos. Recuerdo que bajo el tapón, antes de abrir el bote de colonia por primera vez, había un sello metálico, para que no se evaporase el alcohol y perdiese esencia. Y el sonido del tapon al girar varias veces por los surcos del cuello de la botella para abrirlo, grave con una sonoridad que variaba según estuviese el bote más o menos lleno.

Volviendo a los intentos de mi madre por alejar de mi el bote de colonia... Esconderlo, era perder el tiempo, tarde o temprano lo descubría; por ello optaba por ponerlo fuera de mi alcance, lo intentaba.

Aquellos viernes, con el pelo aún húmedo de agua con cloro de la piscina, cuando mi madre estaba pendiente de alguno de mis hermanos, mientras escuchaba la sintonía de Spiderman, iba corriendo al armario del cuarto de baño y contemplaba el bote de colonia en el estante mas alto, de hecho, no era un estante si no la parte de arriba del mismo; me subía al borde de la bañera, y aun así no lo alcanzaba. Cogía una toalla y lanzaba golpes con ella mientras ejecutaba saltitos con la esperanza documentada de que alguno de los golpes moviese el bote y lo hiciese caer hacia mi, aunque me hiciese daño si era un bote nuevo y estaba muy lleno. Lo conseguía siempre. Una vez caía, a veces, si abría un poco y derramaba una gotas al suelo, gotas que yo limpiaba con lo que llevase puesto. Y me echaba colonia por el cuello, empando el cuello de la prenda que llevase puesta. Tenía esa sensación de frío ácido que siempre me ha traspuesto a otros lugares, desconocidos en lo tangible, atávicos en mi.


Luego, me iba a ver el episodio de spiderman empapada en nenuco, lavanda, monaguesca...

Y soñaba con que spiderman y yo salvábamos al mundo de los que estaban en contra de un sistema de valores consagrado, no por ética, sino por hacer cosas juntos.

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